Si hay un libro que me hizo ver el mundo del dinero y el emprendimiento con otros ojos, fue sin dudas Padre Rico, Padre Pobre de Robert Kiyosaki. No fue solo una lectura, fue un antes y un después. Este libro no solo habla de finanzas: habla de mentalidad, de cómo nos enseñan sobre el dinero (o no nos enseñan) y de cómo tomar el control de nuestra vida económica.
¿De qué trata Padre Rico, Padre Pobre?
El libro cuenta la historia de Robert Kiyosaki creciendo con dos figuras paternas muy diferentes. Su padre biológico, a quien él llama ‘padre pobre’, representaba la mentalidad tradicional: trabajá duro, estudiá, conseguí un buen empleo y asegurate una jubilación. Por otro lado, el padre de su mejor amigo, el ‘padre rico’, le enseñaba que el sistema educativo no prepara a las personas para tener libertad financiera, sino para ser empleados. Esta figura lo impulsaba a aprender sobre inversiones, negocios y generación de activos desde chico.
A lo largo del libro, Kiyosaki plantea esta dualidad como un espejo para que cada lector se pregunte: ¿Estoy pensando como el padre rico o como el padre pobre? ¿Estoy creando activos o solo sobreviviendo con ingresos activos? ¿Estoy educándome financieramente o simplemente repitiendo el modelo que me enseñaron?
El texto mezcla anécdotas, principios financieros básicos y una filosofía de vida que invita a salir de la mentalidad de escasez y tomar decisiones estratégicas. Además, pone en evidencia cómo el miedo, la comodidad y la falta de educación financiera son los grandes enemigos del progreso económico personal.
5 lecciones que me cambiaron la forma de ver el dinero.
Lección Nº 1
Los ricos no trabajan por dinero, hacen que el dinero trabaje para ellos. Esta frase me hizo un click brutal. Desde chicos nos enseñan a estudiar para conseguir un buen trabajo y cobrar un sueldo. Pero Kiyosaki plantea que eso te vuelve dependiente de alguien más. El padre rico le enseña a su hijo a construir fuentes de ingreso que no dependan de su tiempo. Y eso me hizo repensar mi modelo de vida: ¿realmente quiero depender toda la vida de intercambiar horas por plata?
Lección Nº 2
La educación financiera es clave, y nadie te la enseña. Nos enseñan a resolver ecuaciones, pero no a manejar un presupuesto. No sabemos qué es un activo o un pasivo hasta que estamos endeudados. Este libro fue mi primera clase real de finanzas. Me despertó el hambre por aprender, y desde ahí nunca dejé de leer, mirar videos, y capacitarme.
Lección Nº 3
Comprá activos, no pasivos. Muchas veces creemos que ‘comprarnos cosas’ es crecer. Pero si esas cosas solo sacan plata de tu bolsillo, no te hacen avanzar. Kiyosaki explica que un activo es todo lo que genera ingresos. Una propiedad alquilada, una inversión que da retorno, hasta un negocio que funcione sin que vos estés. Aprendí a mirar mis decisiones con otra lógica: ¿esto me da plata, o me la saca?
Lección Nº 4
El miedo al riesgo nos paraliza. El padre pobre siempre buscaba seguridad: un trabajo estable, un sueldo fijo. Pero el padre rico le enseñaba a su hijo a arriesgarse con inteligencia, a equivocarse y aprender. Ahí entendí que el miedo no se va. Lo que cambia es cómo lo enfrentás. Yo también dudé mil veces al emprender, pero después de este libro, entendí que el miedo se supera actuando.
Lección Nº 5
Tu mentalidad determina tu realidad económica. Si crecés creyendo que el dinero es malo, que los ricos son egoístas o que nunca vas a poder tener tu propia empresa, lo más probable es que eso se cumpla. El libro me enseñó que lo que pensás, repetís y sentís respecto al dinero, es lo que construís. Cambiar mi forma de pensar fue el primer paso para cambiar mis resultados.
Cómo me impactó este libro

Este libro me pegó fuerte. Lo leí en un momento donde sentía que quería más, pero no sabía cómo ni por dónde empezar. Tenía muchas ganas de emprender, pero también muchas dudas, miedos e ideas equivocadas sobre el dinero. Había crecido con frases como ‘el dinero no crece en los árboles’, ‘mejor tener algo seguro’ o ‘más vale pájaro en mano’.
Cuando leí Padre Rico, Padre Pobre, sentí que alguien me hablaba directamente. Que por primera vez alguien me decía que estaba bien pensar diferente. Que no era un loco por querer construir mi propio camino. Me hizo cuestionarme todo: cómo manejaba mi plata, cómo invertía mi tiempo, qué creencias heredé y cuáles quería cambiar.
Fue como abrir los ojos. Ahí empezó un viaje que todavía sigo recorriendo. No solo empecé a formarme, sino que también me animé a tomar decisiones más grandes, a confiar más en mí, y a compartir mi aprendizaje con otros. Este libro no solo me enseñó sobre dinero. Me dio permiso para soñar distinto.
¿Vale la pena leerlo?
Sí. Y no importa si estás empezando a emprender, si ya tenés un negocio o si simplemente querés entender mejor cómo funciona el dinero. Es un libro que te despierta.
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